Sigo con grandes comienzos de grandes obras. Esta vez se trata del Decamerón de Giovanni Boccaccio, escrito allá por 1351. Para quien haya vivido en un búnker toda su vida y no sepa de qué hablo, que sepa que son una colección de cien historias sobre amor, celos, sexo, suerte, fortuna, destino, y demás variantes que puedan interferir, contadas por diez narradores que se reúnen en un jardín para escapar del contagio de la peste bubónica. Es por esto que se pueden leer en el orden que se desee, aunque se recomiende el establecido, y disfrutar cuando se quiera de un cuento en concreto que nuestro estado de ánimo de ese momento nos solicite. Así da comienzo (sin contar el proemio) la obra maestra medieval influyente en multitud de otras obras maestras renacentistas por poseer la prosa más cuidada de cuantas se tengan constancia:
Cuantas veces, graciosísimas mujeres pienso que todas sois piadosas por naturaleza, otras tantas comprendo que la presente obra tendrá, a vuestro juicio, un pesaroso y enojoso principio, como es la recordación de la pestífera mortandad pasada, dolorosa para cuantos la vieron o conocieron, y que aún, por lo perniciosa y deplorable, conservan en su memoria. Más no quiero que antes de leer os atemoricéis, como si siempre al leerme hubiéseis de discurrir entre suspiros y lágrimas. Porque este mi hórrido comienzo no será sino como para los caminantes una montaña árida y agreste, más allá de la cual se extiende un llano bellísimo y deleitoso, tanto más agradable cuando fueron fatigosas la ascensión y el descenso. Y así como a una alegría extremada sigue el dolor, así, aquí, las miserias anteriores se tornan en regocijo. A una breve tristeza (digo breve porque se contiene en pocas líneas) seguirán prestamente la dulzura y el placer, lo que de antemano os prometo para evitar que, por no decíroslo, no los esperárais. En verdad que, si yo hubiera podido, honradamente, llevaros a lo que deseo por otro sendero menos áspero que éste, de buen agrado lo hubiera hecho, pero como él fue la razón de que aconteciesen las cosas que se leerán y que no se podían exponer sin esta rememoración, casi por necesidad me veo obligado a escribir lo que escribo.
Si algún día escribo un libro, querría que de él se dijera que tiene influencias del Decamerón.
2 comentarios:
Aquí en Madrid (desde donde te escribo ahora) montan puestos por la calle durante el día y también por la noche, la casa del libro tb estaba abierta. Mola.
Coincidimos ayer en el estreno de la peli de Corbacho y ahí estaba toda la realeza televisiva empezando por Pilar Rubio y terminando (y escupiendo) por Jaime Cantizano y Mariñas.
Besos!
Mmmmmmmm huele a libros mmmmmmmmm
¡Qué olor tan rico!
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