
Cuantas veces, graciosísimas mujeres pienso que todas sois piadosas por naturaleza, otras tantas comprendo que la presente obra tendrá, a vuestro juicio, un pesaroso y enojoso principio, como es la recordación de la pestífera mortandad pasada, dolorosa para cuantos la vieron o conocieron, y que aún, por lo perniciosa y deplorable, conservan en su memoria. Más no quiero que antes de leer os atemoricéis, como si siempre al leerme hubiéseis de discurrir entre suspiros y lágrimas. Porque este mi hórrido comienzo no será sino como para los caminantes una montaña árida y agreste, más allá de la cual se extiende un llano bellísimo y deleitoso, tanto más agradable cuando fueron fatigosas la ascensión y el descenso. Y así como a una alegría extremada sigue el dolor, así, aquí, las miserias anteriores se tornan en regocijo. A una breve tristeza (digo breve porque se contiene en pocas líneas) seguirán prestamente la dulzura y el placer, lo que de antemano os prometo para evitar que, por no decíroslo, no los esperárais. En verdad que, si yo hubiera podido, honradamente, llevaros a lo que deseo por otro sendero menos áspero que éste, de buen agrado lo hubiera hecho, pero como él fue la razón de que aconteciesen las cosas que se leerán y que no se podían exponer sin esta rememoración, casi por necesidad me veo obligado a escribir lo que escribo.
Si algún día escribo un libro, querría que de él se dijera que tiene influencias del Decamerón.
2 comentarios:
Aquí en Madrid (desde donde te escribo ahora) montan puestos por la calle durante el día y también por la noche, la casa del libro tb estaba abierta. Mola.
Coincidimos ayer en el estreno de la peli de Corbacho y ahí estaba toda la realeza televisiva empezando por Pilar Rubio y terminando (y escupiendo) por Jaime Cantizano y Mariñas.
Besos!
Mmmmmmmm huele a libros mmmmmmmmm
¡Qué olor tan rico!
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