Ayer llovió en Zaragoza. Me encanta que llueva porque te obliga a pensar, aunque no te des cuenta. Y estando sentado dentro de un autobús, caí en la cuenta que la gran filosofía de la vida está en las gotas de lluvia que resbalan por un cristal. Hay gotas que permanecen quietas en el cristal, inmóviles e inalterables, sin aspirar a llegar a ningún sitio, insignificantes para todo el mundo. Hay gotas que bajan sin freno, arrasando con todo lo que se encuentran a su lado, pero que al llegar abajo desaparecen. Hay gotas que, sin correr, se suman al camino que han dejado otras más rápidas, sabiendo cuando cambiarse de camino, sin necesidad de buscar un atajo más rápido, sólo queriendo llegar abajo, dejando toda una leyenda, y apoyándose en su final formando un colchón donde se acomodan otras muchas gotas que han seguido su rastro, siguiendo a su gota ídolo. Hay gotas para todos. Yo aún no sé qué tipo de gota soy, pero lo que tengo muy claro es que voy bajando (bajar en esta metáfora es bueno, por si no lo entendéis, aunque de por sí tenga connotaciones negativas). A mi paso, pero bajando. Supongo que lo ideal es trazarte un camino propio, y añadiendo poco a poco más gotas que bajen contigo, sin necesidad de arrastrar a nadie. Bueno, me he perdido en mi metáfora. En resumen: las gotas de lluvia en un cristal vertical son pura filosofía... salvo Fluvi.
jueves, 15 de mayo de 2008
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1 comentario:
I agree with you about these. Well someday Ill create a blog to compete you! lolz.
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