viernes, 30 de enero de 2009

SIDDHARTA. El tesoro de Hermann Hesse

Hoy, hace 61 años murió Gandhi. Un tipo al que es agradable escuchar. Hermann Hesse seguramente pensó en él cuando escribió Siddharta. Que empieza así:

Junto a su amigo Govinda, a la sombra de la casa, bajo el sol a la orilla del río, junto a las barcas, en lo umbrío del bosque de sauces y de higueras, creció Siddharta, el agradecido hijo del brahmán, el joven halcón. El sol bronceaba sus esbeltos hombros al borde del río, en el baño, en las abluciones sagradas, en los sacrificios religiosos. Sus ojos se ensombrecían al jugar en los bosques de mangos al escuchar el canto de su madre y las enseñanzas que su padre impartía a los sabios. Ya hacía mucho tiempo que Siddharta participaba en las conferencias de los sabios. Con Govinda se adiestraba en la polémica, en el arte de la contemplación y de la meditación. Ya podía pronunciar quedamente el OM, la palabra por excelencia. Había conseguido decirlo en silencio al aspirar: aprendió a enunciarlo calladamente al exhalar con toda su alma, mientras su frente se iluminaba con el espíritu. Ya había encontrado a ATMAN, el indestructible, en el fondo de sí mismo, siendo uno con el universo.

Seguramente Pink Floyd, The Doors y Alan Parsons se leyeron algo de esto. Y si no, se lo imaginaron.

1 comentario:

Fran Castarlenas dijo...

Gandhi, el hombre calvo más simpático que recuerdo.

Estás bien enterado de lo de César, a su edad sirve más bien como segundo portero y ahora está en Valencia, más cerca de su casa (es extremeño).

Por cierto, la MH ha llegado en Periodismo Deportivo ;)

suerte con los que quedan!