martes, 5 de enero de 2010

DONDE VIVEN LOS MONSTROS. Una película de niños para adultos


No, Where the wild things are no estuvo nunca en mi mesilla cuando fui pequeño (aunque ahora todo el mundo lo haya leído). Ni cuando fui adulto. Conocía los dibujos, como todo el mundo, y me sonaba algo la historia, pero lo primero que he sabido de todo ello es lo que he visto con la película del siempre genial Spike Jonze.

El tipo que nos trajo la rareza de Cómo ser John Malkovich se cuelga la cámara al hombro y sigue a un niño insoportable hasta lo más oscuro de su mente. Esta vez, en vez de meterse literalmente en la cabeza de otro, prefiere ser más onírico y elige la metafísica para describir los celos y las chiquilladas de los pequeños demonios de ocho años. Jonze sí debió de tener este libro en la mesilla durante mucho tiempo porque vio en él un acercamiento brutal a su propia forma de ser.

Los protagonistas de la vida real del niño son personificados por monstruos enormes que dan mucho más miedo de lo que a simple vista pueda parecer. La genialidad con la que transmite la compleja imaginativa de un chico con problemas pasa a convertirse en una película de terror firmada por la inocencia del menos inocente de los castigados sin postre. Las bolas de nieve son vistas como destructoras bolas de arena, y las clásicas cabañas en el árbol son nidos mastodónticos construidos con ramas gigantes. Los ojos de los niños que corretean por las calles huyendo de seres imaginarios se convierten en nuestros ojos, y la barca con la que llega a la isla no es sino una diminuta puerta por la que, como Alicia, llegamos a un mundo de maravillas en la que todo nos resulta mucho más conocido de lo que creemos.

Nosotros hemos sido él, y mediante la hipnosis de Jonze podemos hacer una regresión hasta los monstruos de nuestra infancia.

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