Hay que dejar claro desde un principio que Inland Empire no está hecha para agradar a todos los paladares.
Esto no significa que aquellos que salgan del cine con la sensación de haber acudido a una filmación de escenas absurdas inconexas no sepan de cine (excepto los que realmente no saben de cine), ni mucho menos, únicamente ocurre que hay tantas formas de entender la película como habitantes hay en el mundo, y todas son completamente distintas unas de otras.
Lo bueno del cine de Lynch es precisamente eso, que él te da unas pistas para comprender la película y tú puedes organizarlas tal y como tu estado de ánimo te lo indique en ese momento. Es posible que dos años después de ver la película, la vuelvas a ver y tengas la sensación de haber visto otra enteramente distinta. La maestría de David Lynch reside precisamente ahí, en conseguir que el espectador se convierta en un protagonista más de su obra, y juega con sus sentimientos de tal manera que puede hacer que odie Inland Empire, o la ame. A mí me ocurrió lo segundo.
Durante toda su filmografía, Lynch ha estado caminando por una cuerda sin red, sin miedo a caer (quizá porque confiaba en que nunca caería). Con esta película quizá se ha balanceado demasiado y ha rozado la caída sin retorno, pero se ha mantenido sobre firme y ha conseguido llegar al límite de sus posibilidades como equilibrista. Quizá sea eso lo que ha hecho que algunos espectadores consideren esta película la peor del director, porque no están preparados a una experiencia tan turbadora como la que se vive en la mayoría de las escenas.
No puedo resumir la película, porque es imposible. Hay que vivirla con los cinco sentidos. Pero sí que puedo sacar alguna conclusión a la que he llegado tras verla (que repito, será distinta a las conclusiones que sacaréis vosotros cuando la veáis, si la véis). Las actrices y actores de Hollywood siempre llegan en un momento específico a un declive del que no pueden salir, esa caída les lleva sin remedio a la locura, a un viaje por mundos paralelos en el que quedan atrapados en las historias que una vez protagonizaron, encasillándose así para siempre en un mundo ficticio e inmortal. El encuentro con otras víctimas de este desenlace lleva a la actriz a llegar a la madriguera del conejo a través de una quemadura en un trozo de seda. Junto a esta espiral de locura se mezclan los suburbios desconocidos de un Hollywood en decadencia, acompañados de la música arcaica de las casi extintas radios desde las que se oían canciones sin final y lamentos sin sentido.
Mi puntuación es un 8. Le resta puntos un excesivo metraje y unos diálogos obsesivamente pausados. Pero le suma la actuación de Laura Dern, impresionante, y un montaje maravillosamente enloquecedor.
Dudaba entre poner el trailer o no hacerlo, porque puede que si os habían entrado ganas de ver la película se os quiten tras ver el trailer. Sólo deciros que en el tráiler no se aprecia ni una milésima parte de la magia que transpira la película, aunque es normal que sea complicado resumir en dos minutos las tres horas que dura.
2 comentarios:
No he visto el trailer, aunque tu análisis puede que me anime a finalmente verla a pesar de que no me dejó buen gusto la "preview" de la película en su momento, ya que me pareció demasiado pausada y eso era aceptable en películas como Dune o Terciopelo azul, pero imaginaba que David Lynch habría madurado un poco en su estilo y lo habría adaptado a los nuevos ritmos narrativos...aún con todo la veré, no te prometo nada. En cuanto al 8, me parece una nota demasiada alta para cualquier película.
Pídela siempre que quieras, pero no tengas miedo. No es nada malo que la pidas, y a veces es la mejor solución o al menos un apoyo.
Yo te la ofrezco sin ningún problema y sin que me la pidas porque ya te he pillado el truco y creo saber cuando la necesitas ;) ... pero puede haber ocasiones que se me escapen, y tendrás que avisarme tú.
Por lo demás, nada más valga la redundancia. UN ABRAZO.
...escoge tu momento...
...sé ese chico...
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