jueves, 24 de abril de 2008

FILOSOFÍA EN UN PÁRRAFO (IV): niño muerto

Viendo el miércoles pasado la serie de Los Cazafantasmas pasado por el filtro de El Diario de Patricia, es decir, Entre fantasmas, la protagonista de nombre largo dijo: "¡qué espíritus ni qué niño muerto!" a raíz de una discusión con un falso vidente. La serie en sí me da igual, y el capítulo de ayer fue bastante flojo, pero la conocida expresión me sumergió en un quebradero de cabeza importante. Quizá en esta serie no estuviera tan fuera de lugar, porque los niños muertos no están tan mal vistos e incluso te puedes hacer amigos de ellos, pero en la vida real, incluir a los colegas del Haley Joel Osment de El sento sentido en una conversación normal debería resultar espinoso. Sin embargo no es así. La expresión "¡ni qué niño muerto!" se utiliza más que los tostones en el puré, y nadie sabe por qué. Me he puesto a investigar y, entre otras explicaciones, he encontrado la siguiente: "las disputas que en tiempos surgieron a propósito de la inclusión o no en los censos de los niños que morían antes de ser bautizados". Pero no me ha gustado, o no me ha hecho gracia que es lo mismo, así que me he inventado una: un marido estaba engañando a su mujer con la vecina, cuando ésta les pilla; el marido sin saber qué hacer, y aún con el zorro en la madriguera, sólo se le ocurre decir: "estoy buscando el niño muerto que se le ha quedado dentro del útero"; a lo que la mujer gritó: "¿qué útero ni qué niño muerto?". No es la verdad pero sí más gracioso. Fin.

4 comentarios:

Diego Giménez dijo...

Curiosa filosofía.

Me quedo con tu teoría.

Anónimo dijo...

A parte de lo pedante del texto, me parece desagradable y sin niguna gracia la explicación que te has inventado...

Anónimo dijo...

Ej que eres muuuu sosooo. Dale alegría a tu cuerpo, Macareno

Anónimo dijo...

No te dediques a inventarte chistes o origenes de expresiones, porque no tienes futuro en ello. Pero ninguno.