martes, 6 de mayo de 2008

COMO LA VIDA MISMA. Todo queda en casa

No sé si es porque amo a Juliette Binoche desde Tres colores: azul. No sé si es porque Steve Carell me gusta cada vez más. No sé si es por un guión tan minuciosamente elaborado. No sé si es porque le coges cariño a todos los personajes, desde el John Mahoney de Frasier, hasta la Dianne Wiest de Hannah y sus hermanas. No sé exactamente por qué, pero Como la vida misma me ha cautivado, ¡si señor!


La historia es la siguiente: el columnista Dan, tiene tres hijas y es viudo, y se enamora inesperadamente de Marie, la novia de su hermano. Y ya está. Enredos familiares, comentarios con doble sentido, un poco lo de siempre. Lo de siempre, pero aderezado con una dulzura que la separa radicalmente de una tontería romántica al uso. No es la típica mierda sentimental de Sandra Bullock y Hugh Grant, ni la típica comedieta basura de Julia Roberts. No. Es mucho más. Quizá, me atrevo a decir, es una comedia indie moderna que, grabada en blanco y negro, podría pasar como comedia romántica de los 50. Ya sé que no es Historias de Filadelfia ni Mi desconfiada esposa, pero creo que el público de la época, podría haber disfrutado viendo a Gregory Peck encarnando al personaje de Dan. O puede que no. El caso es que Juliette Binoche es preciosa, y una película en la que salga ella no puede ser mala.

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