viernes, 9 de enero de 2009

CAMINO AL OSCAR (II). Las decepciones se llaman "Changeling" y "Revolutionary Road"

Clint Eastwood y Sam Mendes. ¿Quién lo iba a decir? Aún así, por las críticas que voy leyendo y los comentarios que me van llegando, parece ser que soy de la minoría que piensa que Changeling es muy floja y Revolutionary Road muy aburrida. Sin embargo, no me cansaré en mi intención de que sendos patinazos en tan afamados directores no se lleven ni las gracias. Si el año pasado fue la pedante Atonement la que odié, este año serán estas dos. Una más que otra.

Empezaré por la que no se lleva todo mi odio. La de Eastwood. El intercambio para los amigos hispanos. No sé si es porque ya la vi con pretensiones de que no me iba a gustar, pero me dio la sensación de que ya la había visto. Sin ir más lejos, no pude dejar de imaginarme a la Jolie como una Jodie Foster que busca a su hijo por un avión, ni tampoco dejé de ver en ese niño a un ser sin alma que pudiera protagonizar La invasión de los ladrones de cuerpos.


El clásico "Persona buena cree algo, persona mala dice que no, persona buena lucha porque sea que sí, persona mala no da su brazo a torcer, tercera persona ayuda a persona buena, etc." se convierte aquí en todo el guión. No hay sorpresas ni rastro alguno de la maestría de la que debería hacer alarde Harry el Sucio. "Es que está basado en hechos reales", dirán los más adeptos. Pues bien, la historia de cómo cogí ayer el autobús y llegué hasta mi destino también es una historia real y no hay por qué hacer película sobre ello. Si la historia no tiene miga, pues ve a por otra. O al menos trata de sacarle jugo. Y encima la Jolie pues... está sólo bien.

Y luego ya está aquella con la que me encolerizo: Revolutionary Road. Otro clásico de los guiones explotados hasta la saciedad: "Pareja yanqui triste, pareja yanqui buscando nuevas emociones, pareja yanqui no sabe lo que quiera, pareja yanqui que se quiere, pareja yanqui que se odia, etc." ¿Dónde está tu ingenio de American Beauty, señor Mendes? Ese Kevin Spacey sí supo retratar todo lo oscuro de ese imaginario sueño americano (yanqui), pero con esta película de dos horas sólo puedes aburrir. No ocurre nada durante toda la película, y para colmo tenemos un personaje que hace de loco (¿?) que nos trata de explicar la historia por si acaso algo no nos había quedado claro.


Lo único que se salva es Leonardo DiCaprio en, puede, uno de los mejores papeles de su carrera junto al de Gangs of New York. DiCaprio hace de Atlas sosteniendo la película con sus brazos, como si fuese el Globo que, compitiendo con Rourke, dudo que gane. Y no hablaré de Kate Winslet, no vaya a ser que sea lectora del blog, y la deprima. A mí me gustó más Titanic.


1 comentario:

Chic dijo...

Vi ayer El Intercambio y me gustó. Sin pretensiones como dices, y de una gran sobriedad. Por la luz y esas cosa, ya sabes. No es necesario que una película tenga giros o fuegos artificiales.

La otra no la he visto, aunque, siguiendo tu recomendación, posiblemente no la vea.

Un saludo